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18/10/10

EL DESAMOR Y SU TORMENTO.





Estaba solo en el patio, ese lugar limitado pero sin límites, espacio de su imaginación.

Todo el mundo se fue a comer, estaba tranquilo y el bullicio de hace un instante se
esfumó; era su momento preferido, su rato de introspección, su momento simplemente,
todo suyo.
Todos se comportaban como niños, por grupos entre gritos, risas y empujones se retiraban hacia los comedores.
Él se quedaba siempre en el patio, se encontraba muy bien allí solo, tranquilo, disfrutando de una paz que necesitaba.

11/10/10

LA MANSIÓN.


Todos estábamos tristes; mejor dicho… abatidos.
La planta calle era el microcosmos por donde deambulábamos: el hall, los pasillos, la cocina, los armarios, la biblioteca, el salón. Sí, sobre todo el salón, se había convertido en nuestro espacio vital.
Apenas salíamos de él y nuestra vida transcurría en ese mundo atestado de humanidad;
el único lugar con intimidad era el cuarto de baño.

EL HAMBRE



El sol le daba en la cara, su cuerpo se calentaba poco a poco.
A pesar de lo temprano que era el sol estaba furioso.
Su mente embotada intentaba aclararse, apenas recordaba lo sucedido la noche anterior.
De lo único que estaba seguro es de la gran borrachera que cogió- “otra como tantas en definitiva”- pensó.
Su cuerpo se iba desperezando al calor del día; se incorporó sobre el banco en el que había pasado la noche.; su cuerpo apenas le obedecía, sentía náuseas; estaba acostumbrado era una sensación corriente en él.

SÈTE


El sol parece haber ganado la batalla diaria en su lucha perpetua con las tinieblas, en el horizonte nace con timidez el día.
Estamos llegando a la playa y el olor a mar con su brisa fresca y húmeda me abofetea la cara; bajo la ventanilla para empaparme del amanecer.

10/10/10

COMPUESTOS BINARIOS


¡Estate quieto!

Debo tener cuidado y no dejarle comer todo lo que le apetece, mi mascota es insaciable y se come todo lo que tiene a mano y sea comestible.
Su boca grande, su morro fino y sus ojos saltones le dan un aspecto melancólico que me llega al corazón.
Desde el primer día que la vi me enganchó, por eso me quedé con ella.
Los dos en torno a una mesa parecemos enamorados poco habladores; solos una vez más.
Desde que me dejó mi mujer ya hace tres años, no soy capaz de tener una pareja estable; algunos flirteos con mejor o peor suerte pero nada serio.

4/7/10

EL DEPORTISTA



Llevaba días paseando y, sin embargo no estaba cansado, apenas sentía fatiga.

Era evidente que su preparación física estaba siendo fundamental para ello; se tocaba las
piernas y se sorprendía de su dureza.
No recordaba bien cuándo comenzó a caminar, sí recordaba la enorme necesidad de andar que
le entró; unas ganas inaplazables de tomar el aire y de pasear por el mundo que le rodeaba y
que no reconocía; un mundo que se le negaba y que anhelaba.
Los músculos se le marcaban, sus piernas eran realmente macizas; no cabía la menor duda era
todo un atleta.

3/7/10

¡GRACIAS A DIOS!


No conseguía asirse a nada y temía perder el equilibrio.
Subía, bajaba.
Se adelantaba y retrocedía.
No terminaba de saber sobre qué estaba y menos dónde estaba; infinitas imágenes se colocaban ante sus ojos, imágenes en continuo movimiento; imágenes en blanco y negro: espirales, cubos, rectas.
Líneas rectas que se cruzaban, curvas que aparecían de pronto, imágenes, movimiento.
Blanco, negro.
El estómago atenazado por la angustia le dolía.
Intentaba mantenerse erguido pero sus pies subían dejándole la cabeza hacía abajo.
Blanco, negro.
Con los brazos estirados buscando restituirse en una posición lógica, las espirales frenéticas le subían por las tripas y le salían por los ojos.
Blanco, negro.
Ondas fantasmagóricas se abalanzaban sobre él atrapándole en un vaivén que le mareaba.
Blanco, negro.
Apenas le quedaban fuerzas y no podía soportar tal suplicio, no entendía qué oscuras fuerzas le zarandeaban así; qué pecados había cometido para recibir tan doloroso castigo, tan angustioso suplicio.
Grandes arcadas le venían y luchaba por no vomitar.
No paraba de girar, tan pronto se encontraba con la cabeza arriba como inmediatamente hacia abajo.
Blanco, negro.
Enormes cubos le querían engullir; grandes cilindros pasaban como aves migratorias.
Aceleradamente iba hacia delante, con mayor velocidad si cabe retrocedía.
Blanco, negro.
Quería morir; unas voces lejanas llegaban a sus oídos, era un ligero zumbido que poco a poco crecía; tuvo miedo.
¿Qué otro suplicio me espera?- se dijo.
Blanco, negro.
-“Hoy el tráfico está mejor, las vacaciones de semana santa se notan; son las nueve de la mañana”
Abrió los ojos y respiró profundamente.

¡Gracias a Dios!

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