Las puertas del vagón se abren como un eructo, el aliento cargado de la máquina escupe decenas de personas acaloradas; que raudas y con movimientos zigzagueantes buscan su camino.
La expresión de sorpresa le desfiguraba la cara horriblemente.
Andaba en la oscuridad más absoluta y sólo un punto diminuto de luz delante de él le indicaba que estaba en algún sitio y no en el vacío, en la nada más tenebrosa.
Ese punto apenas perceptible le indicaba hacia dónde ir, algo era menos que nada.