El año 2015 está cerca de finalizar, paseando por Madrid, por sus calles más comerciales, saboreamos ya las multitudes propias de las fechas navideñas.
La locura consumista se intuye, los movimientos en apariencia anárquicos tienen todos un destino claro. Un destino fijado en la mente de los paseantes ansiosos por disfrutar del momento y de las imágenes incrustadas a fuego de pantalla catódica en las retinas pasivas de los sujetos.
Pero no molestan sino todo lo contrario, es la vida, es la realidad.
Siempre hemos sido seres sedientos de felicidad.
La buscamos por las avenidas relucientes, por las calles repletas de iguales...y Desiguales.
Entramos en los santuarios ensordecedores, en esos templos PRIMorosos que seducen tu cartera.
Pero no importa sino todo lo contrario, es la vida, es la realidad.
Qué haríamos sin esas escapadas hacia mundos paralelos llenos de luz y sonido, qué sería de nosotros sin esos paseos por junglas hermosas llenas de objetos maravillosos.
Sí, buscamos sentirnos bien, estar agusto; estamos en nuestro derecho, nos tiramos toda la vida trabajando para subsistir, ocupando el día en actividades funcionales.
Por qué no vamos a poder dejar volar nuestros píes y andar nuestra imaginacion.
Pues sí, cada uno es libre de ser o disfrutar cómo quiera, esta es una de las grandezas de nuestra hermosa vida. Hay personas para todo y esa variedad es riqueza, pero...también motivo de preocupación ante el futuro y sobre todo conociendo el pasado.
Maldita hemer...memoria.
Siempre ( bueno, desde hace mucho...) ha sido así, aunque en un pasado menos denso y menos global, la búsqueda de la felicidad asustaba menos, a mí por lo menos.
Hoy vemos como unas conductas aparentemente sin sentido, que no lo son, se generalizan por todo el mundo homologado, seguiendo la luz de la estrella catódica .
Buscamos la Felicidad, ese estado interno que suponemos deriva de lo externo.