1/2/14

Nada hay que no sepamos.



Los días de invierno pasan oscuros y fríos, pasan deprisa como deprisa viene la noche en ellos.
Pero es el necesario descanso ante la luz ardiente que nos espera.
El infinito reloj gira una y mil veces haciendo de la vida un contínuo volver a vivir, que nos envuelve en su manto de normalidad diversa.
Éstas parecen palabras y sólo palabras, pero no, no lo son.
La vida es sabia y empecinadamente nos propone unas experiencias para el aprendizaje.
Nos introduce una y otra vez en caminos que nos obligan a crecer, nos ayudan a seguir nuestro camino de aprendizaje, nuestro destino...parece.
Nos vemos abocados a seguir ese camino que aparece una y otra vez ante nosotros.
Estos días de invierno ponen a prueba nuestra fuerza, nuestra capacidad para crecer al enfrentarnos al helador presente.
Pero sólo es la forma con la que el destino nos prepara para la gloria.  

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