Se dejó caer sobre el sofá y hechó la cabeza hacia atrás, cerró los ojos y respiró pofundamente.
Su mente vagaba por lugares hermosos y cálidos.
Lugares tan diferentes a la sordidez de su rutina diaria.
Se hirguió un poco y alcanzó un vaso lleno de ron y hielo que se preparó al llegar a casa.
No soportaba más la situación que tenía en el trabajo.
Cada mañana era cacheado al entrar y varios vigilantes uniformados supervisaban su trabajo y el de sus compañeros.Situación originada por lo que los medios llamaron "Huelga salvaje"
-"Querían quitarles su dinero, hacerles trabajar más ¡A ellos tan necesarios!"- se decía.
-"Querían arruinarles la vida ¡No lo conseguirían!"-se repetía.
Bebió de un trago el líquido aúreo del vaso, chascó la lengua y se levantó como un resorte.
Se dirigió a su habitación.
Del cajón de un armario sacó una pistola deportiva; brillante, fría...pero amiga.
-¡No me arruinarán la vida...!-dijo con rabia.