La visión del desastre Japonés me trae a la cabeza una imagen y un animal: la hormiga.
El poder destructor de la naturaleza me recuerda al poder destructor del pie humano paseando por el campo y pisando sin querer a la pequeña pero poderosa hormiga.
Pisamos el reguero de hormigas sin apenas sentir dolor; cierto es que un pequeño desasosiego nos invade ¿Sufrirán? ¿Son conscientes de los que les hacemos? Pero seguimos paseando y disfrutando del poder de seducción de la naturaleza ¡Qué bien nos sentimos paseando por ella! ¡Somos naturaleza y de ella venimos y a ella volvemos! ¡Nos debemos a ella!
Nuestra pisada destroza el reguero de hormigas, mata vida, destruye unos seres que no paran de trabajar; supongo y tengo que reconocer mi desconocimiento del tema, que descansarán en algún momento y disfrutarán de sus seres queridos en ocasiones.
Al instante de pasar nuestro pié, el reguero de vida lucha por volver a lo cotidiano, se afana en reconstruirse, vemos cómo se retuercen y luchan con obstinación por volver a la normalidad.
La hormiga se recuperará y volverá a su "perpetuum mobile"; no sé si en su memoria colectiva quedará plamado este hecho luctuoso, creo que no y lo digo porque no suelen huir cuando ven nuestro pié ¿Lo ven?; también hay que decir que no son los únicos animales que a pesar de conocer los grandes peligros no cesan de arriesgarse.
La vida renacerá en Japón, se retorcerán con obstinación hasta conseguir la normalidad; sabemos que sienten dolor porque son humanos, pero lo "sienten" de otra manera. Dicen que sólo lo expresan de otra manera, yo digo que de tanto expresarlo de otra manera terminan sintiéndolo de otra manera.
Queremos doblegar la naturaleza y ponerla a nuestro servicio; ella de vez en cuando nos recuerda que ella seguirá y quizá nosotros no. Ella es la que manda a pesar de nuestros avances que nos hacen prepotentes, de nuestra obstinación que nos vuelve ciegos.
El terremoto como nuestro pié trae muerte y destrucción, pero la vida seguirá como mil veces ha seguido; el hombre obstinado y ciego seguirá herrando en su caminar.
Espero equivocarme en esto último y que de una vez por todas aprendamos la lección.