8/11/14

La corrupción y el ninguneo: el renacimiento de una vieja conciencia.




Vivimos tiempos difíciles desde hace ya algunos años.
Difíciles por la crísis desde luego, pero hay algo que me preocupa más.
No descubro nada si digo que la corrupción generalizada en las élites gobernantes es un enorme problema y tendrá un peso aún no medido en el futuro.

La sensación de impunidad que han tenido desde siempre nos ha llevado a esta situación; las formas franquistas enquistadas en nuestro ADN son su materia primigenia.
Su desprecio al populacho, la prepotencia en sus formas, el saberse ganadores y opresores.
Pero sólo fueron impostores que se apropiaron de los puestos dejados libres por todos aquellos que eliminaron o se fueron.
Las élites españolas  se nutrieron de aquellas esencias fueran de un color o de otro.
Su discurso vacío, mentiroso, lleno de desparpajo, falto de escrupulos, tiene su origen en formas antiguas que, por no ir más lejos en el tiempo trufan los pronunciamientos de nuestros gobernantes desde hace generaciones.
Siempre nos han ninguneado, eliminado, atropellado, para salirse con sus intereses.
Siempre han sido conscientes de que necesitábamos pan y nunca nos unimos para echarlos.
Muchos de nosotros les apoyaban. Por interés la mayoría (por llegar a ser como ellos), otros muchos por miedo y unos pocos por desconocimiento.
Así llevamos siglos, y por centrarme decenios.
La corrupción que sufrimos la hemos fomentado, nuestras élites los primeros y nosotros después al reirnos y ensalzar a los "listos".
Ahora tenemos la oportunidad de cambiar las cosas de una vez por todas.

En pocos meses llegan las elecciones y podremos dar un paso para cambiar las cosas.
Existen más opciones que antes al romperse el bipartidismo instalado y repartidor.
Queremos mejorar, todos los de abajo seamos del color que sea.
El fin de las ideologías no ha engendrado una sociedad equilibrada, centrada y feliz.
La sociedad neoliberal y globalizada ha puesto al descubierto algo que parecía haber desaparecido: desigualdades crecientes y una sociedad más maniquea; los que están arriba y los de abajo.
Siendo los de abajo un conglomerado variopinto y de amplia trancha de ingresos pero que son ninguneados.

Hemos redescubierto una dura realidad: si no nos ocupamos día a día de controlar a los poderosos y/o gobernantes, éstos intenta apropiarse de todo diciéndonos lo que sea para seguir chupando.
Por ello la mayoría ninguneada debe administrar la sociedad y crear las normas necesarias para que nadir la ningunee en el futuro. Ni los suyos.
Una sociedad equilibrada que no igualitaria.
Somos muchos, los que más sin lugar a dudas.
Seguro que podemos.








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