Estaba agotado de tanto correr, de huir por callejones oscuros y
sucios; asustado como un perro apaleado buscaba llegar a algún sitio donde
guarecerme.
La herida me sangraba bastante y la situación no me gustaba; a
veces descansaba unos minutos para recuperar fuerzas, pero me volvía a poner en
marcha rápidamente, no podía parar...ÉL estaría cerca...muy cerca.