27/3/11

¡PROMESAS DE AMOR!





La veo en la cafetería y sin poderlo evitar me dirijo hacia ella.
Llego a su lado y he de pararme para no arrollarla; su fragancia me sacude.
Mi cara frente a la suya, a unos pocos milímetros, deja nuestros ojos mirándose, y nuestras narices mezclan nuestros olores sugerentes.
Mi mano sonámbula se acerca a uno de sus pechos y con toda la suavidad del mundo mi índice le aparta el ligero vestido.

Sus ojos no me dejan de mirar y su verde intenso me anula.
Su mano derecha agarra mi atrevida extremidad y juntas apartan más su vaporosa protección.
El seno casi desnudo deja ver un bonito escarabajo tatuado.
Tembloroso, excitado y loco, no puedo apartar mis ojos de los suyos.
Su otra mano me acaricia la espalda con una matadora suavidad.
Un ligero calor embarga mi cuerpo, mi cabeza embotada se da por vencida.

Hablamos sin tapujos, tranquilos, como amigos, sin embargo hace sólo unos minutos que la conozco y que una fuerza ignota nos atrajo.
Tengo que marcharme, le abrocho la blusa sin dejar de tocar suavemente sus tersos pechos.
La beso en los labios y me doy la vuelta; me alejo y desaparezco.
El frío aterrador de la calle no puede con mis calurosas esperanzas de amor; me subo el cuello de la chaqueta y emprendo alegre el camino.
Pasadas unas horas vuelvo al hotel, de camino a la recepción la veo junto a otras personas en un pequeño salón adyacente.
Me paro y la miro, ella se da cuenta y se me acerca; me da un beso en los labios que me sorprende.
Con una deliciosa vocecita me susurra que subirá a mi habitación más tarde pero que ahora me vaya a bailar, que ellos van a la discoteca.
Le respondo enfadado que ya veremos.

Subo al primer piso hacia mi habitación; mi humor de perros tornaba a menos; una pasada moqueta roja me da la bienvenida al salir del ascensor.
Me quedo estupefacto ¡El pasillo está lleno de camas con personas encima! Algunas parecen dormir pero otras sufren claramente.
No termino de entender lo que veo pero no tengo la cabeza para muchas preguntas y menos para algunas, que no muchas, respuestas.
Mi andar se vuelve inseguro y voy alejándome de las camas en un zigzag contínuo.
Con la cara desencajada y los ojos fuera de sus órbitas, voy dando tumbos como un borracho.
Algunas mujeres vestidas de blanco están haciendo las camas. Las miro con descaro y atónito; ellas me miran de reojo sin darme importancia; mejor dicho como si no existiera; como si nada ocurriese a su alrededor ellas siguen con su trabajo.
Llego a un salón donde todo está revuelto, los manteles y las servilletas por el suelo.
Varias mujeres de blanco gritan sin parar levantando los brazos al cielo: “¡Ce n´est pas possible!”.
Entro en mi habitación buscando algo de paz; el día estaba siendo una caja de sorpresas con un vaivén de emociones que estaban poniendo a prueba mi corazón.
Unas enormes estanterías llenas de zapatos me sorprenden.
Todo parecía indicar que las emociones no habían terminado aún.
Alucinado, paseo delante de las estanterías mirando los zapatos.
Unas botas muy bonitas con adornos de cuero llaman mi atención; estiro el brazo para cogerlas.

-¡Son falsas!- grito
Eran huecas como los típicos libros de adorno para las librerías.
Mi enfado es descomunal; me dirijo a una de las mujeres de blanco y solicito hablar con recepción. Me responde en Francés: « Vous devez utiliser le télephone intérieur ».
-“¡No concibo como en un hotel con tanta categoría se pueden colocar zapatos falsos en las estanterías!”- mis gritos interiores estaban a punto de despertar a todos los inquilinos.
A los pocos minutos viene un motorista subido en la moto; con su casco y todo.
Para, se baja y se pone a fumar…me mira pero no me habla.
Viéndole, otros individuos ataviados como él, salidos de no sé dónde, se le acercan y todos juntos se ponen a fumar.
-¡Yo he llamado a recepción y no a Los Ángeles del Infierno!- grito desaforado a quien no me escucha.
La humareda es espectacular.
Me acerco cabreado hacia ellos y les conmino a dejar de hacerlo.
El motorista, que parecía el líder, me mira con mala cara.
Insisto con más energía y consigo que se alejen pero siguen con el vicio.
Amenazándoles con una lámpara de pié consigo que dejen de fumar.
Me doy la vuelta, tiro la improvisada arma y me alejo por el pasillo; al llegar a la habitación ya más relajado respiro con profundidad y miro por los ventanales; veo…al motorista junto a otros todos vestidos de cuero que no cesan de mirarme.
Todos juntos a unos contenedores, no dejan de fumar y de…¡Mirarme!
Un escalofrío recorre mi espalda, me retiro para que no me vean y me tumbo en la cama.

Su mullida sensación me trae templadas promesas de amor.

2 comentarios:

  1. Vaya! Si que me gusto! Me quede estupefacta al ver tantas letras, pero el contenido es muy bueno! No podía ni mover los ojos de tu escrito, no quería perderme ni un poco de el.

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  2. ¡Hola Moni! Gracias por tu amable comentario.
    Me llena de alegría que una persona como tú,que escribe tan sentidos poemas, me diga que le gusta mi cuento.

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Gracias por tu comentario.

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