7/9/13

¡ ÉL !





Estaba agotado de tanto correr, de huir por callejones oscuros y sucios; asustado como un perro apaleado buscaba llegar a algún sitio donde guarecerme.
La herida me sangraba bastante y la situación no me gustaba; a veces descansaba unos minutos para recuperar fuerzas, pero me volvía a poner en marcha rápidamente, no podía parar...ÉL estaría cerca...muy cerca.
La noche me ayudaba a escapar, arañando las paredes me deslizaba por los lugares más recónditos, el miedo me atenazaba la garganta, estaba sediento y mi corazón desbocado golpeaba dolorosamente mi pecho.
El pasadizo por el que iba olía a rayos, la humedad de siglos y los fluidos humanos solidificados emanaban un hedor insoportable, tuve que taparme la nariz para evitar vomitar.
Al girar una esquina veo al fondo una lumbre, me aproximo renqueante, con mi mano taponando la herida del costado.
Dos infrahumanos se calentaban y bebían en torno al fuego; se sorprendieron al verme a su lado, no se dieron cuenta de mi llegada hartos de alcohol como estaban.
Sus miradas alucinadas se clavaron en mí, yo estaba agotado y sin decir palabra me dejé caer sobre una gran bolsa de basura.
Los indigentes se aproximaron colocándose frente a mí, sin decir nada, arrastrando los pies con los ojos hundidos en cuencas oscurecidas por años de miseria, mantenían las bocas abiertas babeantes como dos imbéciles.
Respirando con fuerza intentaba recuperar las fuerzas que se deslizaban goteando por la herida.
Uno de ellos se agachó como a cámara lenta y de un montón de porquería tomó un viejo bate de beisbol, su cara no reflejaba ningún cambio de expresión pero lo que estaba sucediendo me preocupaba, en este maldito y pestilente callejón perdido me podía convertir en el almuerzo de unos cuantos días para estos miserables.
El hombre con el bate, lentamente, ce acercaba a mí sujetando el arma con más fuerza; con rapidez agarré un hierro oxidado del suelo y con rabia se lo clavé en el estómago, un desagradable grito gutural salió de su garganta.
Cayó de rodillas, su cara mantenía la misma horrible apariencia de unos minutos antes; aproveché la sorpresa para levantarme, el compañero con una botella en la mano me miraba nervioso y sin saber qué hacer. Tenía que terminar la faena para alejar el peligro, con decisión le quité el bate y girando mi cuerpo para tomar potencia le di con él en la cabeza arrancándosela casi de cuajo.
Un enorme chorro de sangre surgió como un geiser desbocado.
En ese momento el compañero se giró y saltando la insondable basura que cercaba el lugar, decidió huir.
Le lancé con precisión el bate a las piernas y éste cayó rodando entre la inmundicia. Aguantándome el profundo dolor que me infligía la herida, me abalancé sobre él, le di la vuelta y con una rabia infinita le clavé en la cara la botella de licor que tuvo en las manos. El cristal verdoso rajó horriblemente la carne, giré varias veces la botella sobre si misma hasta que la cara se convirtió en una masa informe. Apenas pudo gritar, su boca desgarrada enmudeció.  
Pasados unos segundos, abatido, me dejé caer al suelo; la adrenalina aminoraba sus efectos y el dolor aumentaba hasta límites que sospechaba no podría aguantar mucho más tiempo.
Rebuscando entre los montones de porquería que me circundaba encontré unas agujas gruesas como dedos y llenas de sangre seca, sucias hasta la repugnancia, tan llenas de mierda que harían vomitar al más asqueroso...pero...a mí...qué me importaba eso.
Encontré también trozos de hilo de coser, puñados de restos que me servirían. Clavé la herramienta en mi carne y  como una bordadora aplicada fui cerrando la herida, sin olvidarme de rociarla bien antes con el repulsivo aguardiente que quedaba en las botellas tiradas.
Estaba cansado, muy cansado; terminé como pude el trabajo y dejé caer los brazos, quería dormir, cerrar los ojos y abandonarme...aunque sabía que ÉL me encontraría, cerré los ojos.

Un suave viento cargado de recuerdos soplaba por el callejón, malolientes ráfagas abofeteaban mi nariz; muy despacio volvía en mí, me costaba volver a la dura realidad, me sabía acorralado y tendría que luchar hasta la extenuación para conseguir perdurar, para mantener un prestigio que estaba en lo más alto.
El viento cambiante era ahora más frío, un soplo que alejaba las miasmas de este lugar, que traía vivificantes promesas a este mundo repugnante...era ÉL...¡maldito!
Me levanté velozmente y me preparé para la lucha, el enfrentamiento inmortal.
Mi moral estaba alta ya que a pesar de la fuerza terrible que ÉL tenía yo poseía la realidad, ellos me adoraban sin adorarme, los poseía sin dolor, sino con placer...
De pie y en tensión esperaba su presencia que como siempre vendría en un momento de debilidad, mi corazón se tranquilizaba y...ÉL apareció.
Blandiendo la espada, la culpable de mi herida, brillando por encima de su cabeza, me miraba con infinita bondad; me tocaba ser rápido y sorprenderle, con furia arremetí contra ÉL...


...continuará...

10 comentarios:

  1. Me gusta el cuento,parece un comic,emocionante y sorpresivo.

    saludos.

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  2. Gracias Alain por tus palabras.

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  3. yo me he quedado con ganas de saber más jeje me has dejado con los pelos de punta amigo, me fascina el estilo que tienes de narrar para meterme de lleno en la historia, ya me sentía en ese horrible lugar lista para luchar jejeje un abrazo, YA EXTRAÑABA TUS RELATOS!!!!! un abrazo, xoxo eliz

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  4. Gracias Eliz,siempre es un placer saberte por este humilde lugar. El que te guste lo que escribo me llena de alegría, en definitiva cuando escribo busco primero que me guste a mí pero inmediatamente después quiero que guste a otros.Me quedé igual que tú, por lo que es bastante probable que siga.

    Un abrazo fuerte.

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  5. Siii!!! por favor continúa con esta historia!!! está buenísima!!!!!! un beso xoxo Eliz

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  6. Gracias, Antonio, por tu comentario en la entrada de mi cumple-blog, muy agradecida.

    Me ha encantado tu cuento lo que pasa que me quedé con las ganas de conocer el final jajaja estaré pendiente para la próxima publicación a ver si no se me pasa.

    Un beso.

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  7. He de decir que historias así recargan mis pilas...soy luchadora nata, e imaginación no me falta. Y en cuando a blandir un sable, lo hago todas las semanas "es el arte marcial que practico" por lo tanto, he disfrutado enormemente. Se puede sentir cada escena, tus letras disparan todos los sentidos, y contagia todas y cada una de las emociones que cuentas.

    Un placer leerte amigo! :-)

    Bsazo!!

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  8. Gracias Ginebra, es un placer encontrarte por aquí. La espada es una noble arma y noble es su lucha, cuerpo a cuerpo y cerca del enemigo/contrincante. La historia, que no ha acabado, tiene mucha lucha cuerpo a cuerpo pero también psicológica y simbólica. ¡Besos!

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  9. Antonio, llevo un rato intentando escribir un comentario y no logro encontrar las palabras que definan exactamente qué he sentido al leer tu relato. Lo primero me encantó. Disfruto siempre con tus historias y este no es menos.
    Nos sumerges en un ambiente nauseabundo, inquietante, futurista (o no tanto). Donde como en una película vemos con nitidez a los personajes, sus expresiones, su violencia, su lucha por la supervivencia en un mundo hostil. Sí, se mueve en la ciencia ficción con gran destreza por tu parte, pero también nos habla de las consecuencias de la deshumanización.
    Es una trama magnífica que atrapa y una vez desembocamos en esas callejuelas oscuras y tenebrosas los lectores tenemos que correr con el perosnaje. No sé si para huir de Él o para salvarnos.
    Te contaré una anécdota, practico espada de taichi en dos modalidades Chen y Yang. Este antiguo arte marcial chino solo es de defensa y hoy casi una coreografía. Pero al blandir la espada hay mucho de simbólico como en tu relato, de danza y de defensa.
    Feliz de volver a leerte. Así que espero con mucha ansiedad conocer la continuación...
    Un abrazo

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  10. Muchas gracias Felicidad, tus comentarios son, como sabes, de capital importancian para mí; una escritora de enorme sensibilidad y genio como tú, que describes sensaciones, emociones,lugares, siempre llenos de magia y poesía. Mi mente "retorcida" a veces me lleva por caminos oscuros, pero donde la épica está presente; disfruto reflejando la lucha de los hombres, del bien y el mal; lugares a veces difusos. Hermoso arte marcial el que practicas, efectivamente no sólo habla (ese arte) de lucha sino de danza, simbología y superación.

    Gracias por leerme y por tus palabras.

    Un abrazo.

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Gracias por tu comentario.

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