23/10/10

TEFÍA






¡Chabola menos cuarto!
Va gritando entre lonas y sorteando vientos
Se oyen risas, responden gritos.
El cielo gris esconde el aurífero astro
del que no duele aún su rayo.
Se ajustan el Chapiri y las trinchas
y sus sandalias pisan los vómitos de las ancestrales tierras.

¡Chabola menos cuarto!
Palabras repetidas al amanecer
que a los jóvenes espíritus guerreros enardecen.
Con sus verdes pieles y su ligero calzado
saltan a la arena cual ganado desbocado.
Se colocan en filas frente a su morada de lona.
manos detrás, piernas abiertas, los cabos esperan a la ruidosa tropa.

¡Chabola menos cuarto!
Cenizas, higueras y montes pelados.
Las piernas juntas, los brazos pegados
Mirando al cielo un símbolo ondeante dales la bienvenida.
Marcha y pista americana.
Se aprestan a la lucha los cachorros de la legión
saltando como caprinos entre el picón.

¡Chabola menos cuarto!
Cuánta alegría había en el mesón
hecha ya la jornada de tiro e instrucción.
Una vez superado el laberinto de bidones y la cuerda sobre el pilón
Bocatas y cervezas, cubatas y colchón
combustible ideal para ideales incombustibles.
Griterío dentro y fuera bajo la mortecina luz sombras irreconocibles.

¡Chabola menos cuarto!
Todo el esfuerzo se diluía en animosas charlas
y estruendosas risas.
Y allá las luces del pueblo como estrellas de esperanza.
Esperanza de cabrito con mojo picón y quizá borrachera.
Entre medias esa noche de anaranjado celestial
que a todos dejó helados aunque fuera de fracción infinita.

18/10/10

DOMINIQUE


Dominique tenía que hacer un viaje al extranjero por razones de trabajo y necesitaba poner al día algunos documentos.

La mañana era espléndida y a pesar de estar ya a comienzos de octubre el sol se derramaba con fuerza.
Su andar era alegre; la acera ancha y muy arbolada, era un grato lugar para el paseo.
Llego a la comisaría y buscó en el directorio la oficina de pasaportes; ésta se situaba en el segundo piso y a él se encaminó.

EL DESAMOR Y SU TORMENTO.





Estaba solo en el patio, ese lugar limitado pero sin límites, espacio de su imaginación.

Todo el mundo se fue a comer, estaba tranquilo y el bullicio de hace un instante se
esfumó; era su momento preferido, su rato de introspección, su momento simplemente,
todo suyo.
Todos se comportaban como niños, por grupos entre gritos, risas y empujones se retiraban hacia los comedores.
Él se quedaba siempre en el patio, se encontraba muy bien allí solo, tranquilo, disfrutando de una paz que necesitaba.

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