Los sonidos de la naturaleza envolvían el paseo, poco a poco su
corazón aceleraba el ritmo mientras su alma se tranquilizaba. El esfuerzo le hacía
bien; llevaba unos días muy duros en la oficina y necesitaba cambiar de aires.
Las presiones de sus jefes para acometer aventuras peligrosas iban en aumento;
Llega la noche y mi cuerpo cansado anhela un respiro, sediento de paz rebusco entre los restos del día un lugar donde estar, un espacio solitario donde descansar y...olvidar lo pasado...olvidar...
En el hotelhabía noventa y siete agentes de publicidad neoyorquinos. Como monopolizaban las líneas telefónicas de larga distancia, la chica del 507 tuvo que esperar su llamada desde el mediodía hasta las dos y media de la tarde. Pero no perdió el tiempo. En una revista femenina leyó un artículo titulado «El sexo es divertido o infernal». Lavó su peine y su cepillo.