23/6/13

La Señal.




Me levanto con energía a pesar de estar agotado, mi cuerpo se eleva con una fuerza inusitada que me asombra...

Giro la cabeza hacia la oscuridad,  cansado ya de mirar...cansado ya de huir; miro...ese fondo de saco entre dos edificios, un lugar que nada bueno presagia.
Con el cuerpo en tensión estoy preparado para luchar pero sin saber cómo defenderme ni si a pesar de todo sobreviviría a toda esta mierda...escudriño la negrura buscando la mínima señal de vida...
El entorno sucio y hediondo fue en otro tiempo una zona de juegos infantiles...una extraña mueca desdibuja mi boca.
Mi corazón extenuado debe sobreponerse, no puedo seguir parado, descansando y tomando aire; los segundos son preciosos para tomar distancia con esa peste negra y mortífera.
Una nauseabunda brisa azota mi nariz, la suciedad acumulada de años se arremolina en torno a mí; no me lo pienso más y girándome con fuerza me abalanzo hacia la enorme avenida que tengo enfrente.
Nada oigo que me recuerde la vida humana, sólo un fuerte rumor inunda todo, el viento caliente y apestoso circula libre entre los altísimos edificios; negros farallones me encaminan hacia algún lugar, un destino que deseo sea liberador.
No temo a la muerte, y si la vida que me queda va a ser como la actual...prefiero morir, desaparecer y alejarme con suavidad de este lúgubre lugar, dejarme engullir y ya está...Sin embargo lucho porque deseo que exista un sitio diferente, lleno de gente y de luz, un lugar como el que pareció ser este mismo en un tiempo muy lejano. Mi esperanza es encontrar ese lugar de esperanza.
Me aferro a esa ilusión por pura necesidad, vivir no tendría razón si estuviera solo en el mundo, ¿qué importaría mi vida sin otra alma con la que sintonizar?
Llevo años huyendo de la oscuridad, esa capa de negrura que todo lo engulle, que mata la vida y no conozco otra cosa, pero...¿por qué me aferro entonces a esa idea...por qué...?
Han sido tantos los senderos recorridos, tantas las ciudades exploradas, pero nulos los resultados que mi cabeza me exhorta a abandonar la búsqueda, a olvidarme y descansar para siempre...pero mi corazón busca en las estrellas y como en ellas, en su infinitud, ve reflejos de otras posibles vidas en la tierra.  
Camino con decisión por la calle mirando a cada lado, buscando en todos los rincones una esperanza, queriendo hallar una mirada, una señal de vida.
No dejo de echar la vista atrás, no debo perder de vista mi acechante pesadilla.
Llevo demasiado tiempo sin parar y la inmensa calle parece no tener fin y los enormes edificios tampoco; estas increíbles construcciones se hicieron para un mundo lleno de gente y ahora yo vago solo por él.
El sonido de la oscuridad me persigue desde hace tanto tiempo que ya no recuerdo cómo se está relajado, simplemente sentado dejando la cabeza flotar.
Vagar por los inmensos bulevares, buscar una esquina amiga, esconderme, hacerme invisible, correr, agacharme para evitar el soplo de la muerte; día y noche huyendo sin parar, descansar apenas unos minutos y de nuevo a empezar...
Muchas veces he pensado en ello, pero es tan difícil quitarse la vida...tomar una decisión rápida y certera. El miedo podía conmigo en cada ocasión, el dolor me asusta y no soy capaz de infligirme ese descanso.
Qué ironía...un cobarde en un mundo para fuertes...jajaja...¿por qué me rio? ¿Me estaré volviendo loco? ¿Por qué sobreviví al apocalipsis? Tantas preguntas son fruto de mi desesperación, abandonado en este oscuro mundo, huyendo sin parar de una espesa y negra nube de contaminación, vagando...vagando sin contacto con seres humanos...¿no es suficiente para volverse loco?¡Es o no es...!¡Contestadme!...¡contestadme malditos perros!¡Conteeestaadme!
Grito al cielo con rabia, grito, ¡sí!, y tengo ganas de gritar más, necesito desahogarme, no aguanto más tanta desgracia, tanto sufrimiento; noto como la soledad me está afectando, veo como se me saltan las lágrimas por nada...noto que ya no soy el mismo...mi cabeza no rige como antes.    
Mis piernas sonámbulas buscan sin cesar un camino descubierto, una huella fresca, un secreto a voces.
La lóbrega y asfixiante realidad me persigue para aniquilarme como lo ha ido intentando desde hace tantos años; lo que fue signo de riqueza cubre la vida con su manto asesino.
Y...yo debo seguir...debo vivir hasta encontrar a otros para luchar contra esa peste de lenta pero segura muerte.

Algunos sonidos llegan hasta mi cabeza desde lugares remotos, lugares que una vez fueron mi hogar, el hogar de millones de seres enfrascados en sus vidas, luchando por...¡Dios mío no puedo!...cuanto horror he visto, cuanto sufrimiento ha desgarrado mi corazón...sonidos de niños gritando, de gentes felices viviendo...sí sólo eso...viviendo. Pero todo terminó, las risas fueron perdiéndose por el éter, desvaneciéndose la algarabía.

La maldita ambición de los que se sabían poderosos, los que conocían las flaquezas del hombre y los manejaban...
¡Sí...maldita seas ambición! ¡Sí malditos seáis! ¡Que el infierno sea con vosotros!¡Que los gusanos os coman toda la eternidad...a todos aquellos que ciegos por la avaricia destrozasteis el mundo!
La noche llega oscureciendo más aún mi camino, toca recogerse...cualquier sótano me valdrá, lo importante es abrigarse del terrible frío que sobrevendrá, la helada oscuridad que me cubrirá en unos momentos es otro enemigo mortal.
Corriendo me cuelo por un agujero en un enorme muro de hormigón, aparezco en una gran sala llena bolas de colores, bueno lo que un día fueron colores; tengo que llegar hasta el sótano, bajar a lo más profundo; al fondo de la sala veo una puerta de hierro, voy por el buen camino.
Desciendo por unas escaleras de metal y al final en un rincón encuentro un montón de trapos y de porquería, remuevo todo y cómo puedo me escondo debajo. 
El calor fétido me arropa deliciosamente...sobreviviré un día más...   

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