10/10/10

COMPUESTOS BINARIOS


¡Estate quieto!

Debo tener cuidado y no dejarle comer todo lo que le apetece, mi mascota es insaciable y se come todo lo que tiene a mano y sea comestible.
Su boca grande, su morro fino y sus ojos saltones le dan un aspecto melancólico que me llega al corazón.
Desde el primer día que la vi me enganchó, por eso me quedé con ella.
Los dos en torno a una mesa parecemos enamorados poco habladores; solos una vez más.
Desde que me dejó mi mujer ya hace tres años, no soy capaz de tener una pareja estable; algunos flirteos con mejor o peor suerte pero nada serio.

Así que como todas las noches comemos juntos dándonos compañía el uno al otro ¡Es patético! Desde luego a mí me lo parece y supongo que debe bastar para sentirse mal.
Sin embargo mi suerte parece cambiar ¡sí! Por fin he quedado para cenar con una mujer.
Hace demasiado tiempo que esto no ocurre y estoy dispuesto a aprovechar la ocasión.
Es una compañera de trabajo y nos vemos todos los días, pero hasta que el otro día la invité no habíamos pasado de unas pocas palabras superficiales. El típico hola y adiós y cuatro palabras sobre el tiempo. Conversaciones corrientes entre compañeros pero de una tristeza mayúscula.

La invité a un café y me lo aceptó; me quedé sorprendido y contento por dentro aunque tengo que decir que hice lo posible para que no se me notara. Es increíble como una relación estancada durante años puede dar un vuelco en un segundo ¿Qué fue distinto en esta ocasión para conseguir un resultado así? Supongo que da para una tesis sobre la variabilidad de las mujeres.
A partir de ese momento todo ha resultado fácil ¡Estoy muy contento, sí señor!
He salido hacia el trabajo temprano, quiero comenzar algo más pronto para poder salir antes (tengo horario flexible) y así recoger a mi mascota para ir a cenar.
Cenaremos en su casa; ella también tiene una mascota de nueva generación y le apetece que se conozcan ¡Qué ilusión me hace cenar en casa de esta compañera y los dos solos! Bueno…casi solos.
Como todos los días voy andando al trabajo, no está muy lejos, se tarda unos veinte minutos y me encanta pasear ¡De esta manera me ahorro un buen dinero en transporte y en gimnasio!
Hay que cuidarse; en estos tiempos la gordura está muy mal vista y como dice La Dirección “No se puede gastar un dinero de todos para curar a las personas obesas ¡Cuídate!”.
Los paseos diarios me hacen un gran bien.
Los coches, silenciosos, van y vienen, su pasar es incesante. No se ha conseguido aún racionalizar los flujos de personas hacia el trabajo. Algunos teóricos pretenden que se viva cerca de los trabajos para evitar los movimientos de las personas. Creo haber leído que estas ideas existen desde hace muchos años. La burocracia no siempre es acertada y sobre todo es muy lenta
Es la hora punta y a pesar de que las autoridades insisten en que se utilice el transporte público, cada vez se utiliza más el privado ¡Mortal paradoja!
Coches eléctricos no contaminantes, silenciosos y baratos son una tentación muy fuerte ante la cual las autoridades pierden sus argumentos.
La libertad fue siempre el banderín de enganche del automóvil y ¿Quién se puede oponer a esto?

Por el parque pasean algunas personas mayores con sus mascotas, todas de vivos colores y variadas formas. El paseo me resulta muy agradable e ir mirando la variedad humana y animal siempre ha sido uno de mis pasatiempos preferidos.
Los árboles y la hierba siempre verdes hacen el paseo más placentero si cabe.
¡Cuántos avances se han hecho para el bienestar de las personas desde La Dirección!
Todo verde y sin gastar una gota de agua potable. Es simplemente maravilloso.
El sistema se implantó en las megalópolis hace ya quince años.
Todos los parques y todos los espacios verdes tienen su depósito subterráneo de agua y un sistema automático se encarga de regar por aspersión.
Depósitos de agua dispuestos por la ciudad que son llenados desde las purificadoras de aguas residuales.
Todas las ciudades llenas de plantas y flores con parques y árboles siempre verdes; es un gusto.
Aguas residuales que ya no acaban en los ríos ni en los mares ¡Lo que hubieran dado por un sistema así los antiguos verdes!
Me levanto con el tiempo medido para ir despacio y así disfrutar del entorno; de la vida que tantas veces se nos escapa por las prisas.
El frescor de la mañana me embriaga; un ligero viento sopla desde el oeste, desde el mar, aviso inequívoco de la cercanía del invierno.
Debido al cambio climático las lluvias son cada vez menos frecuentes y más torrenciales.
Se están cumpliendo los peores augurios de los científicos de finales del siglo anterior.
Las ciudades más avanzadas tecnológicamente aprovechan estas lluvias para llenar unos tanques inmensos que se construyen sobre cada edificio que luego se distribuye por las viviendas, también grandes rampas en las laderas de las montañas recogen el agua hacia unos aljibes estratégicos tanto superficiales como subterráneos. Medios espectaculares puestos a nuestro servicio por La Dirección.

Como decimos”la necesidad obliga”.

A pesar de que la humanidad consume cada vez menos agua “per cápita”, esta misma humanidad no deja de crecer y todo lo que se haga para economizarla es poco; así nos lo comunican los enseñantes desde la infancia.
¡Qué lejos quedan los tiempos en los que se gastaba el agua sin problemas!
Ahora cada casa tiene un consumo máximo por persona y una vez se ha gastado lo estipulado para el mes, hay que esperar al siguiente mes para tener agua. Drástico pero efectivo.
El viento me trae olores extraños, ácidos; desgraciadamente aún no está bien conseguida la eliminación de los olores de las aguas residuales. Por lo demás es un sistema maravilloso.
Me estoy entreteniendo y si no quiero llegar muy tarde debo acelerar el paso.
De frente se me acerca una viejecita adorable que tira con fuerza de su mascota.
Ésta no parece tener interés en seguir a su dueña; de un hermoso color azul y con unas patas muy cortas pero extremadamente fuertes que terminan en unas uñas tremendas y no retráctiles.
La mascota con su andar torpe y lento parece un paquidermo en miniatura ¡Maravillas de la naturaleza! Bueno…de la naturaleza del hombre.
¿Desde luego hay gustos que merecen palos! ¡Quién haría la mezcla!
Al cruzarme con la pareja el animal me gruñe con ese típico chillido tan molesto que hacen algunos de los modelos. Me retiro un poco al pasar junto a ellos y me alejo algo nervioso.
La mía, tengo suerte, no gruñe sólo emite un sonido ronco no muy agradable para demostrar sus cambios de estado. Juego con ventaja la compré ya desarrollada.
Apenas he andado unos metros cuando unos gritos espantosos me obligan a girar la cabeza.
Lo que veo me horroriza, la vieja en el suelo y la mascota mordiéndole las piernas con una fruición que asusta.
Salgo corriendo hacia ellos y al llegar veo como la sangre de la mujer sale a borbotones por una fea herida por donde el bicho no para de chupar.
El animal que no tiene grandes dientes, es una de las características básicas que incluyen siempre los genetistas en el diseño de las mascotas, por lo que una vez hecha la hendidura con los mismos utiliza las poderosas uñas para desgarrar.
El ruido que produce al sorber la sangre, mezcla de gorgoteo y silbidos muy agudos me repugna.
Tiro con fuerza de la cuerda para retirar la mascota pero está anclada a la tierra por sus poderosas piernas terminadas en terribles garras.
Busco con denuedo la manera de separar a la mujer del animal; recuerdo con emoción el consejo que me dio el expendedor de mi compuesto binario. Me explicó como en caso de necesidad se podía inmovilizar a la gran mayoría de las mascotas: había que agarrarles de las orejas con fuerza.
La mascota no cesa de desgarrar la herida y sorber la sangre; la mujer extenuada apenas se mueve, está rendida a su suerte.
Sigo apretando con más fuerza si cabe esperando que mi acción tenga éxito; en caso contrario la mujer moriría y… yo tendría que huir corriendo. Se sabía de casos de ataque de mascotas y cuando probaban la sangre humana era mejor no estar en su camino.
Haciendo un último esfuerzo retuerzo las orejas con la fuerza que da la desesperación; la mascota intenta revolverse pero da un grito terrible y se tumba. Por fin lo consigo.
Aterrorizado y temblando no dejo de mirar a mí alrededor buscando ayuda.
Aparece milagrosamente un vehículo policial y de sus interior salen dos agentes que corriendo llegan hasta nosotros. Con unos movimientos rápidos y certeros electrocutan con una pinza al animal. Éste deja de respirar y yo, por fin, dejo de apretarle las orejas. Estoy exhausto y las manos me duelen, respiro aliviado.
Los policías me apartan, le realizan un torniquete a la mujer y le colocan unos apósitos; está sin sentido y en estado deplorable.
La colocan en una camilla inflable y al animal en una bolsa de plástico de aspecto muy resistente y se alejan del lugar deprisa y sin decirme nada.
En estos pocos minutos me he quedado helado, tengo frío; supongo que la impresión tiene la culpa; acelero el paso para entrar en calor y recuperar el tiempo perdido.

Las mascotas son animales de diseño, seres casi quiméricos producto de la manipulación genética más avanzada. Es un producto al gusto de nuestra sociedad, desde luego a mi me resulta maravilloso poder crear vida desde un par de tubitos. Sin embargo al no haber dos mascotas iguales se dan reacciones imprevisibles lo que a veces es muy problemático. El producto binario que se utiliza como embrión es manipulado por el consumidor en sus distintas versiones y proporciones. A pesar de no estar prohibida la manipulación, en algunos foros se comenta la necesidad de que las autoridades sean las encargadas de las mezclas para intentar estandarizar el producto final y así crear tipos fijos que ayuden a estabilizar las características y reacciones de estas mascotas.
Nuestros investigadores buscan mejorar el producto final y estoy seguro de que lo conseguirán pronto, La Dirección se gasta mucho dinero en investigación, es la base de nuestra economía.
¡Por fin nuestro esfuerzo es para nosotros!
Su creación hace algunas décadas después de la desaparición de los perros debido a la gripe cannis A, marcó un hito en la manipulación genética; la mezcla de genes caninos con los de otros animales como reptiles y felinos dio lugar al llamado “compuesto binario” que en sus infinitas combinaciones daban impredecibles resultados.
Llego a la oficina cansado de tantas emociones y con la cabeza llena de increíbles visiones.
No paro en toda la jornada para recuperar el tiempo perdido; a mediodía me acerco a las máquinas expendedoras que hay en la planta sótano para comer un poco.
En todos los edificios de oficinas que se construyen ha de haber un lugar para que los empleados puedan comer; no son grandes manjares pero no cuesta nada.
Son salas con muchas máquinas expendedoras de bebidas frías y calientes y comida precocinada bastante aceptable. Las empresas son obligadas a tener estos espacios.
Otra de las genialidades de La Dirección; todos ganamos con esta medida, también las empresas.
Sillones, música suave, plantas y luces especiales dan a estos lugares un ambiente cálido que es muy apreciado por los trabajadores. Nos relajamos pero estamos en las empresas.
Con el correr del día me voy olvidando del incidente de la viejecita y mi cabeza se va hacia lugares más agradables.
Esta noche tengo la cita con mi compañera de trabajo y la simple idea me alegra el corazón.
Me pongo a trabajar con más ahínco después de comer un poco; quiero que pase el tiempo rápido.
Dan las seis, es la hora de marcharme.
Tengo que ir hasta casa, recoger mi mascota y salir disparado hacia la casa de Marta.
Mi mascota está muy bien educada a pesar de que no es nada fácil; existen especialistas en las tiendas que expenden los “compuestos binarios”; especialistas que por poco dinero te educan a la mascota a partir de los tres meses.
El amigo que me la vendió hizo un buen trabajo.
La tengo en una casita de un nuevo material que mantiene muy bien la temperatura en la pequeña terraza que da a la cocina.
Ahí come y me espera; las necesidades de estos animales son también diferentes de unos a otros. Mi mascota come una o dos veces a la semana y sólo hace sus necesidades una vez a la semana.
Es la hora de salir, me despido de los compañeros y me voy corriendo hacia el metro.
No es el transporte que más me gusta pero tengo que reconocer que sin él no habría forma humana de transitar por la ciudad.
El metro ha mejorado mucho; aire acondicionado centralizado circula por todos sus túneles haciendo que el calor y los malos olores de mi infancia hayan pasado a la historia. La seguridad es estupenda ya que una extensa red de cámaras vigila al viajero en todos los rincones.
Toda la gestión es automática, los tickets, los trenes, la información tanto auditiva como en los paneles, la limpieza, la seguridad; todo está centralizado y apenas hay personal.
La seguridad es lo más espectacular; cuando un viajero sufre un atraco o hay peleas entre bandas como todo se capta a través de las cámaras, tanto la imagen como el sonido, de forma automática se cierran todos los accesos de esa zona dejando así a los participantes encerrados hasta que llega la policía.
Los trenes silenciosos y muy seguros dan todo tipo de información a través de pantallas repartidas por todos los vagones. Se pueden utilizar los ordenadores también.
Han pasado ya cinco estaciones y me tengo que bajar; han sido apenas diez minutos de viaje.
¡Sí señor, rápido y cómodo!
A pesar de esto yo prefiero ir y venir andando, aprovechar esa media hora para hacer ejercicio y notar el aire natural en la cara.
Abro la puerta de mi apartamento y silbo llamando a mi mascota que responde a estos estímulos igual que los antiguos perros, es una de las cosas que más me gustan de este animal.
Sale de su casita en la terraza y viene dando saltos hacia mí.
Levanta sus patas delanteras y saca su lengua fina con la que me chupa las manos.
Mi mascota de medio metro de alzada, tiene una piel dura, casi de reptil, el pelo corto y unas patas terminadas en fuertes uñas; la cara alargada como los antiguos galgos y unos ojos saltones, un rabo corto y duro.
Es un ejemplar bonito, por lo menos a mi me lo parece. Lo que menos me gusta es su lengua, larga y húmeda muy parecida a la de los lagartos. En fin… estoy acostumbrado.
Me tengo que duchar…

Le pongo la cadena al animal y salgo a la calle; Marta vive a unos minutos andando de mi casa; ésta es una zona residencial de trabajadores con bonitas casas, para quien las pueda pagar, y pequeños bloques de pisos como el mío.
Voy paseando deseoso de llegar, Marta es muy bonita y estoy emocionado por esta primera cita que, eso espero, puede llegar a ser algo más.
El apartamento de Marta se encuentra en otro bloque algo más antiguo que el mío, pero en una zona muy arbolada. Grandes árboles tapan el edificio y dan al lugar un aspecto más rural que urbano. El riego automático integrado en toda la ciudad consigue cosas como esta.
Llamo al tercero y una voz suave me abre.
El bloque es de cuatro pisos nada más pero un ascensor de cristal en el patio interior me sube a su rellano.
Unos corredores interiores comunican todos los pisos y un hermoso jardín da frescor al interior.
Desde luego es un lugar muy coqueto, Marta tiene buen gusto.
Me abre la puerta y nos damos un beso en la mejilla.

-¡Hola Juan!
-¡Hola Marta!
-¿Has venido andando como siempre o has cogido el coche?
-Como te imaginas y es mi costumbre he venido andando tomando el fresco.
-Haces bien, te veo en forma y estoy seguro de que tus paseos diarios tienen su parte de culpa.
- No te quepa la menor duda, me viene bien para el físico y además me ahorro un buen dinero.
-¡Qué bien huele! ¿Qué vamos a cenar? He traído una botella de vino blanco que tenía guardada para ocasiones como esta.
-¡Parece que traes hambre! He hecho una receta de carne con almendras que me enseñó mi madre, espero que te guste.
-Seguro que sí Marta.
-¿Pongo la mesa? Dime dónde están las cosas.
-Gracias Juan; en el armario de la izquierda están los platos y los vasos; los cubiertos están en los cajones de debajo.
El apartamento es pequeño pero muy luminoso, la cocina de tipo americano da a un salón con un gran ventanal que desemboca a una terraza bastante amplia.
Los muebles muy modernos son de un polímero de tacto suave y de color blanco; todo muy funcional y ligero.
Mientras pongo la mesa le pregunto por su mascota.
-Es una mezcla muy sencilla como te dije, es parecido al tuyo y lo hice yo.
-Ya sabes que el mío me lo vendió un amigo y la mezcla es desconocida.
- Sí lo sé, me lo dijiste; sin embargo tiene un diseño muy normal, es una suerte ya que hay algunos diseños que dan miedo; algunos son de una fealdad extrema.
-Tienes razón Marta, como digo hay gustos que merecen palos. Pues esta mañana he tenido una experiencia terrible de camino al trabajo.
-¿De qué tipo Juan?
-Una viejecita ha sido atacada por su mascota; ésta después de tirarla al suelo le desgarró una pierna y no paraba de succionarle la sangre que manaba por la herida; fue horrible.
-¡Díos mío qué terrible! Me hago cargo de la situación. No se conocen muchos casos de este tipo ¿No? Juan.
-Es cierto que no se conocen muchos casos pero desde hace unos meses leo noticias sobre ataques; entro en la página de La Dirección y en su sección de investigación se comentan estos hechos. Algo está pasando y están preocupados.
-¿Pero…no decían las autoridades que los compuestos binarios estaban programados para que no tuvieran desviaciones violentas?
-Sí Marta llevas razón, pero algo está fallando; la base de los compuestos se manipuló, pero las proporciones que usamos los consumidores son absolutamente aleatorias; cada uno hecha la cantidad de ambos compuestos a su antojo y el tiempo de incubación de la sustancia varía también. No tengo claro que todo eso no afecte al producto final.
-Recuerda, Juan, que hubo muchas críticas a que fuéramos los usuarios quienes hiciéramos las mezclas. La solución que se dio fue puramente comercial, así el cliente podía disfrutar dándole su toque a la mascota.
-Sí Marta, y a pesar de que los vendedores decían que nada ocurriría, como vemos es posible que se equivocaran.
-La comida está lista- dijo Marta cambiando de tema radicalmente.
-La mesa está puesta, así que pasemos a comer ¡Qué pinta tan buena tiene lo que has preparado!
Nos acercamos a la mesa y Marta sirve los platos. Comemos con gusto y hablamos.
-¿Has tenido problemas con tu mascota?- le pregunto a Marta.
-No y fui yo quien hizo la mezcla. Me pareció bonito que yo pudiera crear mi criatura ¡Mi Frankenstein particular!- contesta Marta con una amplia sonrisa; quizá el buen vino blanco Español le afecta.
-Perdona que te pregunte sobre esto pero es pura curiosidad ¿Echaste toda la cantidad de los dos tubos?
-No la verdad; me pareció más interesante gastar todo el tubo A, el de los instintos y características pseudos intelectuales y menos del B que contiene lo físico.
Mientras hablamos distendidamente los dos animales juegan juntos en la terraza.
Estos animales sin sexo no dan muchos quebraderos de cabeza, comen pocas veces y hacen sus necesidades aún en menos ocasiones; es cierto que hay diferencias según los modelos pero la mayoría te permiten despreocuparte. ¡Ese es su éxito, qué caray!
Los dos animales se lamen y se empujan; les gusta estar juntos lo que demuestra la influencia de lo social en sus genes. Supongo que los científicos lo tuvieron en cuenta ya que es otra de las características que más apreciamos los usuarios.

-Juan; siendo estos animales tan sociables, se les nota disfrutar cuando están con un semejante ¿Crees que les puede afectar el no poder tener relaciones sexuales? Tengo que reconocer que es un aspecto que me choca. Es algo tan importante en cualquier animal que el que no puedan disfrutar de las mismas me crea un gran desasosiego.
-Todo lo que he leído sobre las mascotas resta importancia a este aspecto. Sin embargo a mí siempre me ha resultado curioso. Como dices es un aspecto tan crucial en el mundo animal que parece imposible que haya seres sin esa necesidad- contesto.
Los animales retozan, rozan sus duras pieles como los armadillos y entrelazan sus largas y finas lenguas; los dos animales disfrutan; nosotros viéndolos tan felices sabemos que hemos acertado al concertar esta cita. Por eso y…por muchas cosas más tengo que decir.
Terminamos de cenar, recogemos la mesa y nos vamos al sofá para estar más cómodos y tomar café.
La noche es un éxito, me levanto y abro la puerta de la terraza, un aire fresco y revitalizador entra con fuerza inundando la estancia.
-Marta ¿Dónde está el baño?
-Por el pasillo la última puerta a la derecha-me responde Marta que prepara el café.
Enfilo el pasillo; tengo un pequeño malestar quizá producido por no estar acostumbrado a cenar.
El baño es pequeño pero está muy limpio y recogido.
¡Cómo son las mujeres, todo tan bien colocado! Además qué bien decorado lo tiene, todos los muebles en metacrilato y acero; a la última. Sentado en el inodoro no dejo de observar; me encuentro mucho mejor.

Oigo ruidos pero no le doy importancia. Termino y me dispongo a lavarme las manos; un grito me sobresalta; abro la puerta y salgo corriendo.
En el salón me encuentro a Marta tirada en el suelo y los dos animales atacándola, uno de ellos le muerde una pierna mientras el otro le muerde el cuello.
Me quedo paralizado durante unos segundos…me abalanzo sobre mi mascota que está mordiéndole el cuello; es la mordedura más peligrosa y debo detenerla como sea.
El animal está fuertemente agarrado al cuerpo de Marta y es muy difícil soltarla… Marta grita y con las manos se revuelve empujando al animal, pero éste ni se inmuta.
Estoy nervioso y asustado ¡No sé qué hacer! Recuerdo el sistema para derrotar a estos monstruos y le aprieto con fuerza y decisión las orejas; el animal lanza un grito; jamás le había oído algo semejante, se me ponen los pelos de punta.
El otro animal, el de Marta, suelta la pierna y me mira con una mirada impactante, extraña, casi inteligente...Como un rayo se lanza sobre mí.
Me defiendo como puedo; estoy temblando, la fuerza de estas bestias es tremenda. Pueden destrozarme con sus uñas en un abrir y cerrar de ojos.
Sigo sujetando las orejas de una de ellas pero la situación se complica por momentos ya que no sé cuanto tiempo voy a poder sujetar y defenderme a la vez; le doy patadas a la otra y ésta retrocede; durante unos segundos me puedo centrar en apartar de Marta el animal; la lucha es infernal y cada segundo que pasa estoy más seguro de no poder aguantar mucho más.
Si quiero salvar a Marta tengo que utilizar las dos manos para bloquear a su mascota pero me arriesgo a que la otra pueda morderme en algún punto vital y sea fatal para los dos.
La situación es desesperada y debo tomar una decisión urgente.
Decido soltar la mascota que ataca a Marta para terminar con la otra y así poder salvarme e intentar salvarla después; no tengo otra solución; espero que pueda aguantar el ataque unos minutos.
Suelto las orejas y me lanzo a por la otra bestia, le agarro su morro puntiagudo con las dos manos intentando así asfixiarla; el animal levanta las patas y desgarraba mi pecho…sus enormes uñas destrozan mi ropa como si fuera papel.
Grito de dolor, mi carne sangra, pero le sigo apretando el morro pero el animal no da señales de agotamiento. Tengo que llegar hasta la cocina y buscar un cuchillo con el que poder matarlo; le suelto y arrastrándome voy hacia la cocina; el animal al verse libre se lame el morro, ésto me da unos segundos para armarme; me levanto sacando fuerzas de donde no las hay y de un cajón saco un gran cuchillo. Respiro con fuerza pero un dolor intenso me obliga a doblarme, la sangre me brota del pecho, no puedo ver el alcance de la herida ya que ésta y la ropa desgarrada forman un amasijo espantoso; me doy la vuelta hacia el salón dispuesto a terminar con esta bestia y la veo chupando con esa enorme lengua la sangre esparcida por el suelo; me dan una arcadas terribles.
La visión me repugna pero me da fuerzas para terminar con la bestia.
Me lanzo a por ella y le clavo el cuchillo en el lomo; éste rebota y lo que consigo es cabrear más al animal; se revuelve y se lanza a por mis piernas con más rabia si cabe.
Me muerde con esos terribles dientes afilados, el dolor que siento me obliga a gritar como un loco, aullo y caigo al suelo ¡Tengo que clavarle el cuchillo por debajo donde la piel es más fina!
El animal salivando se aproxima despacio hacia mí; aterrado consigo ver a Marta y lo que veo no me gusta; mi mascota la tiene sujeta con sus terribles garras y no para de mordisquearla por todo el cuerpo; la sangre le mana con fuerza y ella no se mueve.
Lanzo un fuerte golpe con el cuchillo a la tripa del animal pero la hoja apenas penetra en la carne, el animal abre la boca y lanza un horrible grito. Éste para su ataque.
Sangro terriblemente, las fuerzas se me escapan, pero me voy hacia Marta y le doy una patada al animal, intento tirar de ella para alejarla del peligro; sus heridas son terribles y si no se curan pronto pueden ser fatales, está perdiendo demasiada sangre.
Los dos animales se recuperan y despacio se dirigen hacia mí, me faltan fuerzas y no puedo con ellos, una de ellos me muerde la pantorrilla lo que me obliga a doblar las piernas, al caer de rodillas el otro me muerde en un brazo, el dolor espantoso hace que suelte a Marta y me arrastre por el suelo intentando alejarme de los animales. Éstos sin pausa me acosan y se quedan a unos centímetros de mi cara.
Estoy en una situación agónica, o me escapo de aquí o estoy perdido, no aguantaré un nuevo ataque de estas bestias. Durante unos segundos mi mente busca alguna salida a la situación.
Los animales no se cansan y no tengo manera de pararlos, me quedan pocas fuerzas y si intento librar a Marta será la perdición para los dos.
Necesito un descanso y curarme las heridas.
Le pego una patada a uno de ellos enviándole contra la pared y al otro le doy un puñetazo en el morro que le obliga a retirarse un poco, me levanto con dificultad y con fuertes dolores me dirijo hacia la puerta del apartamento, el animal de la patada recuperado ya, se viene hacia mí gruñendo y sacando dientes, me muerde un tobillo. A pesar del dolor arrastro al animal unos pasos. De pronto el otro se une al ataque y me muerde la otra pierna.
Caigo al suelo a la altura de la puerta del dormitorio. El golpe me disloca un hombro, el dolor es tan intenso que me mareo.
Me doy cuenta de que puedo estar en mis últimos momentos de vida; estoy aterrorizado.
Con los dos animales sobre mí estoy perdido.
¡La puerta de la habitación está abierta! Puedo empujarla y esconderme dentro del dormitorio; de esta manera tengo alguna posibilidad.
Con todas mis fuerzas le doy una patada a la bestia que me sujeta el pie y empujo con la cabeza la puerta de la habitación y me arrastro como un gusano lo más rápido que puedo.
El otro animal se dispone a morderme de nuevo, encojo las piernas con rapidez y de un golpe con el brazo bueno cierro la puerta, girando sobre mí mismo apoyo todo el peso de mi cuerpo sobre la puerta.
La oscuridad me envuelve, la habitación silenciosa me transporta a un mundo diferente, sosegado; una plancha de madera me separa de un lugar terrible.
Respiro con fuerza, la cabeza me da vueltas y temo desmayarme.

¿Dónde estoy? ¿Cuánto tiempo ha pasado? ¡Sigo detrás de la puerta! Me acabo de despertar y aún es de noche, me miro la herida del pecho y por suerte se me ha formado una costra que ha cortado el flujo.
¡Me duele el hombro!
No se oye nada, supongo que estarán descansando los animales ¡Marta! ¡Dios mío! ¡Cómo estará!
Grito su nombre buscando alguna respuesta, no me contesta nadie.
Pobre mujer, ahí fuera con esas bestias no tiene ninguna posibilidad.
Pongo la oreja sobre la puerta y noto la respiración de las mascotas; me aparto asustado. ¡Mientras estén ahí no podré salir!
¿No sé cuánto podré aguantar?
¡Estoy helado y medio muerto!
¡Dios mío ayúdame!

¿Vendrá alguien a tiempo?

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